sábado, 1 de octubre de 2016

EL ESPEJO DE SU HABITACIÓN

Suena el despertador y siente el frío de la mañana.

Un pequeño rayo de sol entra por su ventana confirmándole el nuevo día que empieza.

Se levanta de su cama con esfuerzo; la pereza y el adormilamiento la consumen.

Como todos los días mira en el espejo de su habitación el reflejo de lo que es ahora. Su cuerpo ha cambiado, es una mujer que ha tenido que vencer muchos obstáculos que le han dejado marcas y aprendizajes.

Ese espejo grande que ha estado ubicado al lado de su armario durante mucho tiempo, guarda los millones de reflejos que el pasar de los años han hecho en ella, y donde sus recuerdos y sueños siguen ahí, intactos, detenidos en el tiempo.

En las noches de desvelo lleva un sufrimiento por dentro. La monotonía la aflige, le ahogan los pensamientos que sólo le generan incertidumbre.

Está obligada a una vida que no planeó, que la sacó de su zona de confort para enfrentar un destino que ya está marcado, un destino en el que cree o siente que sólo es sufrimiento, sin imaginar que su camino es como el de un gladiador que lucha mil batallas para seguir viviendo.

Observa que ya no es esa joven que se levantaba cada mañana con una energía desbordante, en la que irradiaba las ganas de comerse al mundo, de luchar por ella y su familia. Ahora solo ve a una mujer madura asombrada de su presente, aburrida un poco por lo que quiso crear y no fue.

Cuestiona su vida porque no fue lo que planeó, pero que el camino que ha recorrido la ha llevado hasta ese momento. Un mundo diferente lleno de un amor que ella misma gestó, que nunca espero, pero que ahora es su realidad, que ahora es el reflejo del espejo que todos los días mira y en el que las cicatrices ya no importan.

La sigue agobiando el que dirán. Le teme a los señalamientos de los demás y sufre al ser juzgada por los diferentes puntos de vista que cada persona tiene sobre ella. No se da cuenta de que el único que vale es el suyo: cómo se ve, cómo quiere y puede enfrentar su vida, ya que no hay nada más importante que verse en el espejo y sentirse bien con uno mismo.

Porque al final del camino no importa si lo que soñó algún día era lo que le convenía. Tal vez ese destino, ese presente que a veces guarda un futuro preciado, un futuro que soñó toda su vida y que algún día gracias a su esfuerzo, verá reflejado en el espejo de su habitación.

martes, 13 de septiembre de 2016

PRIMERO TU


Busco las palabras adecuadas para subirte el ánimo, pero no las encuentro. Es difícil aconsejar cuando sientes que pasas por situaciones similares. Sin embargo, abro el corazón, medito, busco, analizo y encuentro lo que a mi punto de vista me puede servir y desde ahí, entre lo más profundo de mi corazón y mi razón viene mi consejo.

No te cierres a las nuevas oportunidades, siempre mira hacia adelante porque para el pasado ya no hay nada. Cada momento vivido se vuelve un recuerdo, una experiencia y una anécdota que como tal se debe quedar, recordándolo con la mejor cara.

Cada paso que das, es una decisión tuya; tú decides si estas o no estas; si vas o vienes; si te quedas o te vas; tú decides amar y que te amen. Eso si, lo primero es amarse a uno mismo. Nadie te va a querer más que tú mismo y cuando entiendes esto verás cuanto te aman y lo harán por cómo eres, por cómo actúas, porque si de algo estoy segura es de que quien ama a alguien lo ama con sus cualidades, sus virtudes y sus defectos. La belleza física no es para siempre.

Tienes derecho a hablar, a gritar, a revelarte, a salir adelante, a disfrutar cada momento de tu vida, pero sobre todas las cosas a ser feliz, a que te amen, te ames y ames.

Ya es tiempo de que comprendas que todo pasa por algo.

Ya es tiempo de que comprendas lo importante de amarse a uno mismo.

Ya es tiempo de que comprendas de que no todo lo puedes cargar en tus hombros.

Ya es tiempo de que comprendas que ser feliz es cuestión de poder y no de deber.

Y ya es tiempo de que comprendas que no es egoísmo, es pensar en ti también. Primero: tú.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Amar tu despiste

¿Quién dijo que despistarse es malo?

¿No crees que es una forma de salir de tu entorno y relajarte?

La verdad, a mí de vez en cuando me gusta estar así. Es como liberarse un poco de todo lo que pasa a nuestro alrededor.

¿Tienes en tu vida alguien que te despiste?

Yo si lo tengo. Y me hace sonreír y me hace ser feliz.

Su forma de ser me llena de amor, de tranquilidad, de paz, de alegría, de todo lo hermoso que un ser humano puede dar.

Tiene el cabello negro corto, su rostro es complaciente y sonriente, su cuerpo es delgado pero no frágil. Tiene una forma de amar y perdonar inigualable, un carácter extraño pero fácil de llevar y un optimismo extraordinario ¿Por qué angustiarse si casi todo tiene solución?

Amo su despiste, porque la miro y quiero saber en qué nube va, qué es lo que pasa por su mente, en que tantas cosas puede pensar. Entonces me cuestiono si ella estará bien, si necesita algo, si quiere decir o desahogarse con alguien, si está pensando en mi o si solo esta distraída. Es en ese momento cuando me uno a ella y empiezo divagar también en mis pensamientos, sin darme cuenta, me relajo y empiezo a creer en que todo va a estar mejor, así que mi despiste es cuando estoy con ella.

Es sentir que estamos en un mundo paralelo hablando y riendo sin parar, sin pensar en los problemas que nos puedan afligir.

Mi despiste es el amor bonito, el amor sincero, el amor grande e importante, es el amor por el que vale la pena salir adelante, es mi todo y también mi polo a tierra, es mi mamá.

sábado, 10 de septiembre de 2016

El sueño de mi fortaleza

Te vi pensativo, con el ceño arrugado, con los brazos cruzados dirigiendo tu mirada a través del ventanal.

Y la vi a ella, despistada como siempre, pero esta vez con un despiste que no iba de la mano con su sonrisa.

La angustia se apoderaba de su cuerpo; la tristeza de no saber qué hacer, la impotencia del no poder hacer.

Tenía el pálpito. Mi vida y la de todos cambiaría por algún tiempo, en la fe de que todo volvería a ser como antes.

Pasamos de una rutina a otra totalmente diferente.

Él, que siempre había sido la fortaleza, se volvió el núcleo. Todo giraba en torno a él, todos girábamos para él, para su bienestar y su tranquilidad.

Los días se convirtieron en semanas y completaron un año. Trajeron de vuelta un amor que no entendí hasta ese momento.

Siempre lo supe, lo sentí y lo apropié, pero nunca dimensioné la grandeza de este amor. Un amor que no alcanzaba a medir porque no sabía lo grande que podía ser.

Fue en ese momento de mi vida donde entendí lo que un hijo llega a hacer por su padre, porque no importa el tiempo, importan los hechos y la compañía.

Cada día que pasamos juntos, sólo pienso en tu bienestar, en que estés bien, en que no sufras, aunque hora tras hora luchemos contra un enemigo que no se ve pero al que le calculamos vagamente su presencia.

Nunca te solté la mano. Mi fortaleza eres tu. Tu energía, tu fe, tu positivismo, tu lucha insaciable por vencer el mal.

Hoy por hoy, un año después, vuelvo a la rutina normal de nuestras vidas y sigo sosteniendo la mano de quien es y será el sueño de mi fortaleza, de nuestra fortaleza.